Terminada y lista

Fue hace ya un año cuando me volví a fijar en la Razesa que me había regalado mi padre cuando tenía 17 años. Por cosas de la vida la colgué con tan solo 100km a sus espaldas..

Con el tiempo la bici se iba deteriorando y fue en una visita a casa de mis padres cuando me dije de volver a recuperarla, sacarle brillo y sacarla a pasear, ¿quién sabe? quizá me gustaría esto del cicloturismo.

Manos a la obra.

En septiembre me la bajé para casa y le cambié lo necesario y esencial. Neumáticos, cinta del manillar, cámaras y poco más. Le puse el cuentakm y salí con ella a hacer los primeros kilómetros. Fueron una auténtica revolución pero reconozco que acostumbrado al BTT la carretera se me atragantó en las primeras salidas y más con un 42 de plato.

Tal y como estaba la pinta era esta.

Así que decidí ponerla al día y repintarla. También aproveché para cambiarle el sillín, el plato de 42 por uno de 39 y la tija. Cuando la llevé para pintar también pedí que me pintaran la pipa del mismo color.

Después de entregármela en negro tal  y como había pedido me puse en contacto con una serigrafía para que me hicieran los logos de Razesa.

Unos meses más tardes ya la puedo presentar como yo quería. Después de utilizar unos Hutchinson Equinox durante 1600km (y sin ningún pinchazo) he optado por poner unos Michelin Krylion Carbon que pasan de 33 TPI a 127 TPI. He podido comprobar que se nota, y mucho.

Hace pocos días me la entregaron en Routier después de una puesta a punto y después de que Paco me hiciera un apaño para poner un cassette de más piñones detrás. Tenía un 11-26 y ahora la corona más grande es de 30, lo que me ha permitido mejorar mucho en subidas. No quería cambiar y poner compact porque con esta bici casi tendría que cambiar toda la transmisión, así que pusimos un cassette de bici de montaña. El resultado es plenamente satisfactorio.

En fin, que aquí os presento mi compañera de rutas asfálticas por el tiempo que ella quiera. Como llega a cambiar una bici cuando se restaura mínimamente.