lunes, 28 de junio de 2010

BTT: Ruta alrededor del pantà de Susqueda

¡Hola a tod@s!,

Bien, pues me siento frente al ordenador con la intención de explicar de una manera amena lo sucedido ayer en nuestra histórica y épica salida al Pantà de Susqueda.

Para mí, la mañana empezaba bien pronto, sobre las 6:00 me sonaba el despertador y me levantaba de un salto de la cama, tenía aun cosas que preparar y no quería llegar al punto de encuentro y ver que me había dejado los guantes, o el casco o vete tú a saber qué…

Eso sí, el madrugón increíble, pero la salida de sol con ese sol rojizo que calentaba toda la fachada del edificio, no lo olvidaré.


Después de un café para entrar en calor cargaba la bici en el coche e iba hacia Premià para recoger a mi hermano, que como casi siempre, se despertaba justísimo y me lo encontraba aun casi con el cojín pegado a la cara. Cargamos las bicis en el coche y enfilamos hacia Anglés, punto de encuentro para seguir todos juntos hacia los pies de la presa.


Sobre las 9:15 llegábamos a los pies de la presa y preparábamos todos los bártulos. Por suerte me propuse ser previsor esta vez y me subí en el coche la mancha de pié, la mancha de horquilla, bidones “por si acaso” y lo cierto es que fue bien ya que Quique y Kilian, debido al madrugón se habían olvidado los bidones. (Kilian y Quique en la foto).



Aquí Víctor ya preparado para la infernal ruta que nos esperaba.


A las 9:40 empezábamos a pedalear el quilómetro y medio con 120m de desnivel que separaba nuestro párking de la presa. Ya en la presa me encontré con una grata sorpresa, unos cuantos amigos del foro bicigrino.com que íban con los churumbeles a hacer una vuelta en bici.



Después de estirar un poco empezamos a enfilar el camino que se presentó muy suave. Era una gozada ir por la sombra con un desnivel casi nulo y charlando con el compañero que llevabas en paralelo. A Quique y a mí nos sirvió para ponernos al día ya que hacía años que no nos veíamos.

Íbamos haciendo paradas ya que empezamos a ver que Néstor, que llevaba un año sin tocar la bici, no podía seguir nuestro ritmo y eso que íbamos por una zona plana.


Las vistas eran impresionantes y el pantano estaba lleno al máximo. La temperatura era agradable y los quilómetros iban subiendo en el marcador. De momento íbamos todos frescos y todo iba sobre ruedas, nunca mejor dicho.


Después de una ascensión algo más picadita tuvimos una bajada de pista forestal bastante rápida pero con mucha piedra suelta que nos obligaba a ir muy atentos. Yo me he acostumbrado a llevar 3 bares de presión tanto delante como detrás y en bajadas tengo que ir algo más atento sobretodo si son este tipo de pistas.


Después de esta bajada vino un repecho muy fuerte de unos 500m que contaba con un gran desnivel que nos llevó poco a poco hasta la presa de Sau.


En la presa pudimos contemplar que nuestros pantanos gozan de una buena salud.

En este punto aprovechamos para reagrupar a los cinco que íbamos en cabeza y para esperar a nuestro compañero que iba más rezagado. Aproximadamente 15 minutos hasta que llegó lo que hizo que nuestros cuerpos se agarrotaran por primera vez. Esperamos 7 u 8 minutos a que recuperar y volvimos a retomar la marcha. Yo me había ya comido mi bocata y me quedaban 3 geles y 3 barritas, nada más. (Izq a der. Kilian, Xavi, Quique y Víctor).


Llegamos al siguiente pueblecito y no esperamos a nuestro compañero rezagado ya que Xavi nos comentó que siguieramos, que nos estaba cortando demasiado el ritmo y que él se quedaba a aguantar el ritmo tranquilo de Nestor.

Quique y yo tomamos la delantera por un camino interminable pero que se hizo más llevadero al ir hablando. Kilian y Víctor nos seguían un poco más atrás.

El calor empezaba a apretar y el sube baja iba acumulando desgaste en las piernas, la sombra ya se volvía cada vez más esquiva y se iba acercando la hora de comer, aunque no teníamos previsión de parar.


Al cabo de un buen rato Quique y yo paramos para reagrupar, al cabo de nada llegaron Víctor y Kilian y al poco Xavi, solo. Había dejado a Nestor a su ritmo ya que se había puesto tozudo y quería acabar la etapa. Yo, personalmente, habría vuelto para atrás, no dejaba de ser una ruta de 60km y 1600m de desnivel y con un año de parón empezar así era demasiado arriesgado.

Así que seguimos tirando todos hacía el desvío del Salt de Sallent donde llegamos otra vez Quique y yo en primer lugar para más tarde llegar mi hermano y Kilian y Xavi. Kilian también hacia un tiempecito que no iba y el calor empezaba a pasarle factura, iríamos cayendo todos poco a poco. (Izq a der. Yo mismo y Quique).


Bajadita hacia el Salt de Sallent y parada técnica que tenía que ser corta pero decidimos esperar a Nestor que esta vez tardó más de 35 minutos en dar señales de vida por teléfono. Intentamos guiarle pero se perdió.

Mientras esperábamos aprovechamos para echar fotos del Salt de Sallent desde todos los ángulos.




En esto que una mujer muy maja nos preguntó si se podía subir en coche hasta el Far, curiosamente donde nosotros íbamos, y Xavi ni corto ni perezoso le dice si podría subir a un compañero hasta allí.

La mujer aceptó y se intercambió el móvil con Xavi. Fue ella quien cogió el coche y volvió hacia atrás para recoger a Nestor y llevarlo hasta el Far.

Nosotros, después de más de cuarenta minutos de parada decidimos tirar hacia arriba. El sol apretaba, la hora de la siesta se acercaba  y no corría aire. La olla a presión se estaba cociendo.

El track del GPS que encontramos en cicloide resultó ser una trampa mortal y nos abrió paso entre caminos inexistentes así que siguiendo el GPS para no perdernos empezamos a cruzar campos silvestres sin ton ni son. El terreno era totalmente irregular y las piernas empezaban a pedir clemencia. El sol seguía apretando y el Santuari del Far parecía que no se acercaba ni un metro.


Me situé primero ya que llevaba el track del GPS y entre la sensación de estar perdido y de impotencia empecé a tirar sin parar intentando buscar una solución a tamaño desastre que nos estaba llevando a la deshidratación total. Mis compañeros íban algo más atrás y yo tenía tiempo de ir corrigiendo en marcha la orientación que me marcaba el gps.

Las vistas eran absolutamente acojonantes pero parecíamos burros, solamente mirábamos al frente y había pocas ganas de observar el paisaje. Me forcé a sacar fotos  y panorámicas porque sabía que al día siguiente disfrutaría haciendo la crónica.


Al poco rato pasamos por delante de una solitaria casa e hicimos una parada para reagrupar. Allí fue cuando el instinto de superviviencia llamó a mi puerta y decidí recoger los bidones del grupo y subir con mi hermano a suplicar agua.

La chica se sobresaltó al ver un par de romanos pidiéndole agua pero con gran corazón la chica se prestó y nos rellenó 8 bidones a rebosar de agua fresquita.

Por suerte enmedio de la nada había este magnífico oasis que nos sirvió para recuperar agua y tener reservas para afrontar el último trozo. Seguimos subiendo para llegar a un leve descenso que nos llevaría otra vez a otro tramo, esta vez mucho más desgarrador de campo silvestre. (Víctor de espaldas, Kilian y Quique acercándose).


Nos metimos en el campo y el GPS erre que erre, todo recto. El chico que hizo esta ruta y la colgó pasó por sitios no ciclable y al final tuvimos que obviar el GPS y poner el instinto en marcha. Empezamos a ir campo a través, primero en bici y cuando ya era imposible andando. (Xavi, Víctor, Quique y Kilian).


El calor y la desesperación iban haciendo mella, a mí ya empezaba a temblarme todo y me tomé mi último gel para aguantar hasta el Far y luego ya dejarme caer... (pobre de mí, no sabía lo que nos esperaba).

Al cabo de un rato andando por el prado divisé un coche en una balconada de la montaña y entendimos que había la carretera que llevaba al Far, así que empezamos a subir con la bici a la espalda. Eso nos machacó en todos los aspectos, no teníamos ánimos, eran casi las cuatro de la tarde y estábamos realmente reventados, para colmo las temperaturas rondaban la treintena.

Al final llegamos arriba no sin antes meternos un par de calambrazos con unas vallas eléctricas.


Cogimos la carretera de asfalto y empecé a tirar como un demonio hasta el Far, solo veía el bocata que me iba a zampar y ya nada me importaba, lo que no esperaba es que el trozo de asfalto fuera tan largo.

Justo cuando llego al Santuari baja Nestor fresco como una rosa avisándome de que acababan de cerrar el bar... Eran las 16h y empezaba a cumplirse el pronóstico de eltiempo.es. A partir de las 16h podía caer una llúvia épica.

Llegué por mis huevos al santuari y pedí que un turista me hiciera una foto, que esta claro que se la dedico a mis compañeros de ruta que no pudieron llegar.


Las vistas arriba eran increíbles, hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de una visión panorámica como esta.


Volvimos mi hermano (que consiguió llegar al Santuari finalmente) y yo para abajo y nos encontramos a los demás componentes a la entrada de la trialera que supuestamente nos tenía que llevar con alegría hasta el pueblo inferior que véis en la imagen superior, es decir, Sant Martí Sacalm.

Me ofrezco para abrir camino por la trialera y cuál es mi sorpresa cuando me encuentro que a 20 metros la trialera de bajada no es ciclable.

Para que os hagáis una idea, entramos en una espécie de jungla donde los árboles eran húmedos y tapaban toda luz solar, el camino era empinado, tanto que no se podía ni bajar con la bici al lado. Las rocas estaban húmedas y había mucha piedra suelta. Para colmo empezaba a soplar un viento fresco y amenazador de llúvia.

Yo no daba crédito... nos cascámos casi 45km de desnivel positivo y justo cuando tenemos la recompensa todo se tuerce. Ni bocata, ni trialera.

Entre 25 y 30 minutos tardamos en pasar este trozo asqueroso de bosque (ojo, era precioso pero a mí no me lo pareció bicicletilmente hablando...). Los cuádriceps me retemblaban y el hombro lo tenía ya reventado de aguantar el peso de la bici.

Luego ya fue una bajada mucho más asequible y rodadora hasta Sant Martí donde los truenos los escuchábamos en el cogote, el viento soplaba ya con mucha fuerza y empezaba a hacer frío.


En la imagen superior podéis ver el Far desde donde hice la panorámica anterior.

Después de Sant Martí quedaba una adrenalínica bajada ancha, por pista forestal y con numerosas curvas en paella para disfrutar. Se podía bajar asaco pero el cansancio acumulado me hacía recordar que aquí es donde se cometían errores que podían acabar con algo roto.

A los pocos minutos pinché y vi como las IRC Seracxc que compré se habían rajado debido a la exigencia de la pista forestal. Segurament algun derrapaje de última hora tuvo la culpa. Veremos cómo avanza la cubierta pero la raja de 2mm la sigue teniendo.

Ya a piés del pantano nos hicimos la foto oficial de este épico día. De izquierda a derecha: Kilian, Néstor, Xavi, Víctor (mi hermano), Quique y yo en la parte inferior.


Llegamos a las 17:30h al coche con lo que nos salían 8 horas de ruta de las cuales, atención, 4h30 eran de pedaleo.

Creo que el que todo fuera tan "mal" fue debido a las más de diez paradas largas que hicimos (alguna de más de media hora), que las horas no nos cuadraran, que nos cerraran el bar y que la trialera fuera tan complicada... Ah! y también que el track de GPS, que no os voy a colgar, fuera una salvajada con algunos tramos hacia el final por campo sin ningún tipo de miramiento.

La salida fue épica y la recordaré siempre. En fin... gracias a todos los compañeros por compartir un buen día, aunque durísimo, de mountain bike.

Ah!! por cierto!!! El vídeo!! Atención al camino final de la jungla que os comentaba.



2 comentarios:

Xavi R. dijo...

Brutal!

Muy guapo el video David! y el relato real como la vida misma!

No tienes el perfil de la ruta?

David dijo...

Crec que del tembleque que portava cap al final vaig apretar un botó que no tocava i vaig deixar de "gravar" la ruta amb 40km... una merda.